En algún momento, todos nos encontramos frente a una situación donde teníamos demasiadas opciones. Elegir un celular, decidir entre distintas estrategias de negocio o hasta seleccionar un restaurante para cenar… La cantidad de alternativas puede parecer algo positivo, pero ¿realmente lo es? Desde las ciencias del comportamiento, se sabe que el exceso de opciones no siempre lleva a mejores decisiones. De hecho, muchas veces genera lo contrario: estrés, indecisión y arrepentimiento post-elección. Esto es lo que se conoce como la paradoja de la elección, un concepto que todo líder debería tener en cuenta.
La paradoja de la elección plantea que, aunque uno pensaría que más opciones mejoran la satisfacción, en realidad sucede lo opuesto.
La paradoja de la elección plantea que, aunque uno pensaría que más opciones mejoran la satisfacción, en realidad sucede lo opuesto. Cuando hay demasiadas alternativas, las personas tienden a sentirse abrumadas y terminan eligiendo algo que después lamentan o, peor aún, no eligen nada.
Un experimento clásico de Barry Schwartz muestra este fenómeno. En un supermercado, se ofreció a los clientes probar mermeladas. En un caso, había 24 variedades disponibles; en otro, solo 6. ¿Adivinen qué pasó?, cuando había menos opciones, las ventas aumentaron considerablemente. Con más variedad, los clientes quedaban paralizados por la indecisión y terminaban yéndose sin comprar nada.
En el ámbito profesional, esta paradoja aparece constantemente. Por ejemplo, cuando un equipo tiene demasiados proyectos posibles para ejecutar, puede pasar horas debatiendo sin llegar a una conclusión clara. O cuando un líder da demasiadas instrucciones o deja abiertas múltiples vías de acción, los colaboradores pueden sentirse confundidos y desmotivados.
Cuando un líder da demasiadas instrucciones o deja abiertas múltiples vías de acción, los colaboradores pueden sentirse confundidos y desmotivados.
Lo mismo pasa en las negociaciones. Si se presentan demasiadas propuestas, las partes involucradas pueden perder foco y abandonar la conversación antes de llegar a un acuerdo.
Para evitar caer en esta trampa, los líderes pueden implementar algunas estrategias simples pero efectivas:
Priorizar: reducir las opciones a las más relevantes ayuda a clarificar el camino. Antes de presentar alternativas, preguntate: "¿Cuáles son las opciones que realmente importan?"
Establecer límites claros: fijar criterios específicos para tomar decisiones permite filtrar rápidamente las opciones menos adecuadas. Por ejemplo, si estás eligiendo un proveedor, definí de antemano cuáles son los factores clave (precio, calidad, tiempo de entrega) y descartá a quienes no cumplan con esos requisitos.
Delegar con confianza: muchas veces, los líderes sienten la necesidad de involucrarse en cada detalle, pero eso puede sobrecargar tanto a ellos como a sus equipos. Al delegar decisiones menores, se reduce la carga mental y se gana claridad para enfocarse en lo importante.
Usar marcos de decisión: herramientas como matrices de priorización o análisis costo-beneficio ayudan a estructurar el proceso y evitar la sensación de estar perdido en un mar de posibilidades.
Al delegar decisiones menores, se reduce la carga mental y se gana claridad para enfocarse en lo importante.
Los grandes líderes saben que no se trata de tener todas las respuestas, sino de crear las condiciones para que las decisiones fluyan de manera eficiente. Simplificar no significa limitar; significa empoderar. Al reducir el ruido, permitís que tu equipo se concentre en lo que realmente importa y tome decisiones con mayor seguridad.
Los grandes líderes saben que no se trata de tener todas las respuestas, sino de crear las condiciones para que las decisiones fluyan de manera eficiente.
Entonces, te pregunto: ¿cuándo fue la última vez que sentiste que tenías demasiadas opciones y cómo manejaste esa situación?
Gustavo Adamovsky Ph.D.
Ayudando a líderes a tomar mejores decisiones. | Decano en UCES | Doctor Summa Cum Laude | Speaker Internacional | Asesor, capacitador y entrenador empresarial