Decir gracias tiene efectos positivos en nuestra salud y en el bienestar de otras personas.
En 2015 me sentí impulsada a cocinar galletas de chocolates para unos completos desconocidos a fin de expresarles mi agradecimiento. Había tenido que llamar a emergencias porque encontré a mi pareja tendido en el suelo del living, inconsciente. En cuestión de minutos llegaron un patrullero y una ambulancia llenos de socorristas y se llevaron a mi pareja un hospital donde le dieron la atención médica urgente que necesitaba.
Una semana después, aún maravillada por la acción de los socorristas, les escribí notas de gratitud y cociné las galletas para ellos. Cuando fui a dárselas a las estaciones de policía y de bomberos, ellos me dieron las gracias por el regalo. Me sentí abrumada. Lo único que había hecho era cocinar, ellos en cambio, habían salvado una vida.
Volví a casa sintiéndome aliviada y feliz, en parte porque había hecho una buena obra, pero, sobre todo porque me llenaba de regocijo que hubiera personas generosas que realizan un trabajo que salva vidas sin esperar nada a cambio.
Entonces comprendí que mi sensación podría ser algo más que alegría. Las investigaciones han demostrado que compartir pensamientos de gratitud y realizar actos de bondad puede mejorar el estado de ánimo y tener otros efectos benéficos en la salud. "Sabemos que la gratitud tiene un impacto positivo en la felicidad, que aumenta la satisfacción con la vida" dice w. Ruch, profesor de psicología de la Universidad de zúrich, Suiza, y autor de estudios sobre los efectos de las fortalezas del carácter, como la gratitud y el sentido del humor. "Es uno de los cinco mejores predictores de felicidad".
Un sentimiento benéfico:
Cuando nos sentimos contentos por las cosas que hemos recibido o por algo que sucedió, experimentamos gratitud. Es imposible sentirla por nada; siempre la sentimos hacia otros, sean nuestros seres queridos, personas desconocidas, o un poder superior. "La gratitud es la forma en que uno se vincula con los demás, cuando se conecta con algo más grande que el propio ser" señala Ruch.
Hoy día, con un estilo de vida que busca la satisfacción instantánea, muchas personas no hacen pausas para valorar lo que tienen y mucho menos para expresar gratitud. Pero son muchas las razones para replantearse revertir esta actitud.
Los estudios realizados indican que quienes expresan gratitud tienen mayores niveles de felicidad, una presión arterial más saludable y mejores relaciones interpersonales, duermen mejor, se deprimen menos y toleran más el dolor, y estos beneficios son duraderos.
Investigadores canadienses estudiaron a personas que recibieron cartas de agradecimiento o hicieron obras buenas a lo largo de seis semanas, y observaron que tenían mejor salud mental, menos dolores corporales y más energía. Además realizaron un mayor número de tareas al día durante un período de seis meses.
Como la gratitud es un campo de estudio relativamente nuevo, la ciencia aún está tratando de probar su relación de causa y efecto con diversos beneficios para la salud. "Sabemos que las personas que tienen niveles más altos de gratitud también afirman dormir mejor, pero no sabemos con certeza por que" dice Alex Wood, profesor de psicología y director del Centro de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Stirling, Escocia. "¿La gratitud propicia un mejor sueño o dormir bien lleva a mayor gratitud?, ¿O hay un tercer factor qué conduce tanto la gratitud como la mejoría del sueño?".
Hacerle grato el día a otra persona:
¿Y qué pasa con los receptores de la gratitud? Los estudios han confirmado que las personas que reciben actos de bondad o de gratitud inesperado son más propensos a devolver el favor, o a realizar actos similares. Cuando alguien está agradecido es dos veces más probable que ayude a otros, tal vez porque disfruta sentirse socialmente valorado. Cuando un extraño le tiene la puerta a otro a la entrada a un café, ese otro le cede el lugar en la fila a un tercero, quien posiblemente será más amable con la persona de la caja y con los compañeros de trabajo… Se produce entonces un efecto dominó.
Dar y recibir gratitud también profundiza las relaciones. Los estudios indican que cuando una persona expresa gratitud a su pareja con regularidad y hace que se sienta apreciada, es más probable que se expresen gratitud y aprecio el uno para el otro y se mantengan unidos. Ese intercambio los hace sentirse más responsables por el bienestar mutuo y más satisfechos con su relación. Se siente más cerca de su pareja y ella se siente más cerca a usted, eso crea un espiral ascendente.
Cultivar la gratitud:
Si no cree ser muy agradecido, puede aprender hacerlo. En estudios controlados, las personas que llevan un diario de gratitud, donde anotan 3 cosas positivas que les pasan cada día, se vuelven agradecidas con el tiempo. Al principio tienen cierta dificultad para identificar las cosas buenas que le ocurren, pero si todas las noches las escriben, las experimentan con más intensidad. Poco a poco su cerebro aprende a apreciar más, de manera que su sensación de gratitud aumenta y cuando el estudio se termina las personas siguen llevando el diario porque les resulta muy gratificante. Disfrutan al revisar lo que le sucedió unas semanas atrás. El diario se convierte en un álbum de recuerdos agradables.
Notas de agradecimiento:
Al expresar la gratitud a una persona, tanto usted como ella se benefician. Y los efectos duran más de lo imaginado. Los investigadores han observado que quienes escriben notas de agradecimientos a otras personas a quienes no han agradecido debidamente presentan mayores niveles de felicidad y mejores relaciones interpersonales hasta por 6 meses.
No se necesitan estudios científicos para saber que si se está agradecido con una persona y se aprende también aceptar la gratitud de otras, las vida se enriquecerá. El primer efecto es que uno se da cuenta que la vida es mucho mejor de lo que pensaba.
Yo había experimentado esas sensaciones positivas después de escribir las notas de agradecimiento a los socorristas y decidí intentarlo de nuevo. Esta vez elegí una persona a la que nunca le di las gracias: un profesor de inglés que en mis años de secundaria me alentó a escribir más que cualquier otro maestro que haya tenido. No lo había visto en veinticinco años, así que no estaba segura de si podría localizarlo, pero lo hice. Èl ya tenía más de 80 años y vivía en un retiro tranquilo, en un pueblo. Pasé una noche escribiéndole una carta de agradecimiento por la orientación y el apoyo que me había dado tantos años antes. Era probable que nunca recibiera una respuesta de él pero ese no era el punto. Al dedicar tiempo a poner por escrito el impacto que ese hombre había tenido en mi vida y mi profesión, me volví infinitamente más agradecida, aprecie más lo que he logrado hasta ahora y pude disfrutar de ese torrente de positividad durante muchas semanas.
Lisa Fields, R. Selecciones 4/16